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jueves, 20 de diciembre de 2012
jueves, 6 de diciembre de 2012
Gabriel Marcel
7 de diciembre de 1889 [París]
– 8 de octubre de 1973 [París]
Semblanza: Marcel nació en París. A los cuatro años de
edad perdió a su madre. Su padre era indiferente en religión y su madrastra fue
primero judía y luego protestante. No educó en la religión al pequeño Gabriel.
Estudió primero en el Liceo y luego en la Sorbona; en ambas instituciones
reinaba la enseñanza de la filosofía idealista. Recibió clases de Charles
Péguy, Jacques Maritain y Henri Bergson. En la segunda guerra mundial le tocó
informar sobre los desaparecidos, lo que le causó fuertes impresiones, pues era
de temperamento sentimental y delicado. Entonces abandonó el idealismo y
orientó su reflexión hacia el existencialismo. En 1929 Marcel se convirtió al
Catolicismo, en el que encontró una nueva luz para su pensamiento filosófico.
Idea central: El hombre
[entendido como libertad que lucha, en un mar de angustias, por lograr su
destino final] con esperanza es peregrino
del Absoluto.
Sistema: Existencialista, fenomenólogo, personalista,
religioso, cristiano.
Síntesis: A pesar de su rechazo del existencialismo
ateo de Sartre y de que dijo no ser existencialista sino socratista cristiano,
en cuanto que afirma que la verdad está
en nosotros y tenemos el compromiso de relevarla a los demás, tiene varios
puntos centrales de carácter existencialista: la insistencia en la persona
humana y sus valores; el método fenomenológico; su concepción central del
hombre como libertad en proceso de realización; la insistencia en lo concreto y
el rechazo de la filosofía como sistema; el ataque a las ciencia experimentales
en cuanto están al servicio de una técnica deshumanizante; la insistencia en
las rectas relaciones humanas cifradas en el amor, la fe y la esperanza.
Obras:
·
Diario
metafísico (1923)
·
Ser
y tener (1933)
·
Del
rechazo a la invocación (1940)
·
Homo
viator (1944)
Frase celebre:
“Digamos simplemente que si el pensamiento
filosófico es el pensamiento libre, en primer lugar es porque no quiere dejarse
influenciar por ningún prejuicio” [El misterio del ser, p. 24]
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