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sábado, 19 de septiembre de 2015

LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN Dom XXV-B Mc9, 30-37




      Esta semana hemos conmemorado varios aniversarios que tienen a la política como elemento común: el día 13 recordamos a un político chileno, Salvador Allende, quien intentó un Gobierno desde los empobrecidos y que, por lo mismo, en 1971 fue asesinado por los poderes militar y económico. El día 15 en todo el mundo fue el Día Internacional de la Democracia, propuesto por la ONU, y pudimos reflexionar sobre cómo podríamos abrirle paso a este régimen, del que en nuestro país hemos tenido poca experiencia. Ese mismo día, México recordó una independencia respecto de España, y este año hicimos más conciencia de la gran dependencia que aún tenemos del extranjero, y lamentamos el entreguismo poco patriotismo de nuestra clase gobernante que entrega nuestros recursos al extranjero. Un ejemplo de esta falta de patriotismo es, mientras se discute el presupuesto del próximo año, en momentos en que se requieren sacrificios y que se sufren recortes en educación, salud y gasto social, las autoridades legislativas y judiciales se aumentaron su ya jugoso salario. El día 19, recordamos cómo ante una catástrofe de gran magnitud en la Ciudad de México, la sociedad civil ganó en iniciativa a la pasmada sociedad política y salieron a luz varios casos de corrupción. Finalmente, el próximo día 26 habrá pasado un año del lamentable suceso de Ayotzinapa, quedando hasta ahora sin satisfacer los reclamos de justicia y de verdad ante las autoridades.

  La clase política mexicana defiende celosamente sus puestos e impide el relevo generacional. Atravesando los Partidos Políticos, el sistema resulta demasiado caro, hay manipulación, corrupción, fraude electoral y entreguismo apátrida...

   El poder de dominación -a diferencia del “poder” entendido como capacidad (yo puedo hacer esto)- es obligar a otros a que hagan lo que yo quiero. Esta es la gran tentación que convierte al hombre en lobo de sus semejantes: los más fuertes se aprovechan de los débiles para sus intereses egoístas, y gracias a ello, obtienen riqueza y placer sádico. Sin embargo, para obtener este poder se habrá requerido cierta justificación: la dinastía de la sangre, la elección divina, o el pretender que se protege a la colectividad y se la gobierna justamente.

   La dominación se fue ampliando en extensión y en intensidad. Ha asumido diversos regímenes: la esclavitud, la servidumbre feudal, la monarquía absoluta, la oligarquía… Por ahora, la democracia representativa es el menos peor de los regímenes. En ella se supone que la autoridad dimana del pueblo y de los gobernados, y que “se manda obedeciendo”.

    Hay que reconocer que en todos los regímenes ha habido gobernantes justos y sabios; pero estos han sido excepción. Líderes de buena voluntad llegan a convencerse que desde el poder resulta más fácil hacer avanzar proyectos de justicia y de civilización, por eso no extraña que incluso Jesús mismo haya sido tentado por esta posibilidad: cumplir su misión como Mesías desde el poder. Así hubiera cedido, habría respondido, ciertamente, a las expectativas mesiánicas de aquel tiempo; pero apoyado en algunos textos proféticos. Jesús llegó al convencimiento de que no era esta la Voluntad de su Padre, sino que Él quería un mesianismo solidario, que se mantuviese siempre fiel a su condición humana, sin utilizar poderes sobrenaturales, y esto implicaría el rechazo de las autoridades religiosas, el sufrimiento y la condena a muerte… aunque finalmente, el Padre Dios le haría justicia.

    Ahora vemos a Jesús camino de Cafarnaúm. Conmovido, se está sincerando con los discípulos más cercanos, tratando de explicarles -a ellos y a sí mismo- las razones de esta opción… pero notaba que los que venían detrás discutían entre sí muy animados. ¡Cuánta paciencia tuvo que tener para formar a sus apóstoles! Era muy difícil aceptar este cambio de perspectivas, pues su mesianismo podría terminar en un aparente fracaso. Lo que ellos discutían, era ni más ni menos sobre ¿Quién sería el más importante entre ellos? ¿Quién tendría mayor poder?

    Al llegar a su destino, Jesús dio un vuelco de 180 grados al concepto de autoridad. A diferencia de los poderosos de cualquier tiempo -que utilizan un cargo de gobierno en beneficio de sus intereses-, en su Reino futuro la autoridad habría de ser servicio de los demás.

    “La política como vocación, es la más noble. La política como negocio es el más vil”. Un político de vocación es un “servidor público”, es decir, utiliza su autoridad (moral) para servir mejor al público, a la gente, mediante un Gobierno justo y eficiente. En el Reino ideal de Jesús, los políticos han de hacerse niños, tomando en cuenta que en aquellos tiempos la infancia era la edad del terror: los niños estaban totalmente indefensos; cualquiera los podía mandar y el padre mismo decidía si los aceptaba en la familia o si los vendía como esclavos. Un buen Gobierno deberá ejercerse a partir de los niños: de los vulnerables, de los que carecen de poder… tendiendo a “empoderarlos”, es decir, a crear un poder colectivo de los discriminados de la Tierra. Por parte de los gobernados, les corresponderá mayor participación y control de quienes recibieron nuestro mandato.


Te invitamos a seguir el blog del P. Enrique Marroquín, CMF.
La Atalaya del Centinela

lunes, 14 de septiembre de 2015

DIME QUE FILOSOFÍA TIENES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

¿Puede, algo abstracto como la filosofía, determinar las elecciones de la vida personal y social?


La filosofía parece ser algo muy abstracto y sin embargo incide profundamente en nuestra vida; ¿cuál es la razón? Para poder contestar a esta pregunta es necesario primero preguntarnos "¿qué es la filosofía?" Las respuestas a esta pregunta son principalmente. tres:

1. La filosofía como problema de la totalidad

La filosofía es considerada generalmente como el estudio de lo todo, de toda la realidad, de todo el ser, mientras que las ciencias particulares estudian una determinada zona de la realidad. Consideramos como filósofos aquellos pensadores griegos que vivieron antes de Sócrates - y por eso se les dice Presocráticos - porque buscaban no el principio de uno u otro hecho - como podría ser de la generación de la especie humana - sino más bien porque buscaban el principio - en griego arké - de toda la realidad, el principio del cual proviene lo todo. Por eso se consideran aquellos pensadores como los primeros filósofos. Aristóteles concibe la filosofía primera como la ciencia de los primeros principios y de las primeras causas,1 es decir de las causas de todo el ser, como la ciencia más universal.
En la misma manera también los filósofos de la Edad Media consideraron la filosofía como búsqueda de las causas primeras o últimas, según que la búsqueda empiece de Dios o de nosotros criaturas.

2. La filosofía como solución del problema de la vida

Sin embargo se encuentra·también·en la historia de la Filosofia otro concepto: la filosofía como impostación y solución del problema de la vida.2 En su obra Fedón, Platón define la filosofía como preparación a la muerte, pero la muerte considerada como entrada a la verdadera vida, a la muerte como lo que manifestará el verdadero significado de la vida humana.3 Así también para los filósofos que vinieron inmediatamente después de Aristóteles, es decir los estoicos, los epicúreos y los neoplatónicos; para ellos el problema central es: ¿qué significado tiene la vida humana? Esta concepción ha tomado una especial relevancia con San Agustín.4 En la época moderna Kant hace culminar la filosofía con la ética y nos presenta su teoría sobre el conocimiento como un procedimiento para abrir camino a la fe moral: "Tuve - dice él con una frase que quedó famosa- que quitar el saber para dar lugar a la fe".5 La fe de la cual él habla es la fe moral, es decir la fe en los postulados de la razón práctica. En la época contemporánea la filosofía de la acción de Blondel y las filosofías existenciales conciben el problema filosófico como el problema de la vida humana.

3. La filosofía como búsqueda de la justificación de las evaluaciones morales

Hay también entre los filósofos, los que prefieren otra definición de la filosofía, es decir que la definen
como "búsqueda de la justificación de las evaluaciones - o de los juicios - morales", es decir de los juiciosy evaluaciones con los cuales decimos "esto es justo, esto es bien, esto es mal".6 Existen personas -escépticas o relativistas- las cuales sostienen que no existen valores absolutos y que todas las teorías morales se equivalen y que no se puede establecer lo que es bien y lo que es mal. Sin embargo a la ocasión aprueban o condenan así que, de modo implícito, contradicen lo que antes afirmaban, porque de hecho juzgan en base a criterios morales. La filosofía -según algunos filósofos7- en finales de cuenta no es sino eso: la búsqueda de una justificación racional de las evaluaciones morales.

4. ¿Qué es una justificación racional?

Justificar racionalmente quiere decir tratar de ver como están las cosas. Podemos tomar como ejemplo la parábola de San Lucas (Lc. 16,1ss.); el patrón pregunta al administrador infiel que le dé razón de su administración, es decir le pide que le haga ver como gastó o distribuyó el dinero de la hacienda. El patrón todavía no sabe, no ve donde se fue su dinero, y le pide sus recibos y sus cuentas. Ahora bien, para justificar racionalmente los comportamientos morales hay que referirse a una concepción del hombre. Para discutir del aborto, por ejemplo, no es suficiente decir "yo opino que si o que no", hay más bien que dar razón de las afirmaciones; y esto vale para cualquier otra afirmación de orden ético. De hecho, para evaluar la moralidad o inmoralidad del aborto hay que preguntarse si un feto sea sólo un cuajo de materia o si ya sea virtualmente -es decir algo que tenga la virtud, es decir la capacidad, de desarrollarse como- un ser humano. En base a eso podremos evaluar si moralmente sea lícito para un ser humano (en este caso la mujer) deshacerse de otro ser humano cuando este resulte molesto. Podemos hacer el mismo discurso también a propósito de la eutanasia: en este caso se trata de ver si el hombre sea un puro animal o si tenga en si algo más; se trata de ver si el hombre tenga una tarea, una misión en esta vida o si sólo él decida que hacer de si mismo. Ahora bien una misión -misión viene del latín mittere, mandar- supone alguien que mande, que encargue la tarea; en otras palabras hay que investigar el problema del sentido de la vida humana en su dimensión histórica y el problema de su referencia con Dios.

5. Las tres definiciones de filosofía se completan

Vemos que así las tres definiciones se relacionan entre si y se completan. El problema de las causas primeras es el problema de Dios y el problema de Dios resuelve o da jaque mate al problema de la vida y, a su vez, dependiendo de cómo hayamos impostado el problema de la vida consecuentemente tendremos nuestra Weltanshaung -visión del mundo de los valores- y en base a ese marco del mundo de los valores haremos nuestros juicios y tomaremos nuestras decisiones. Así hemos encontrado la respuesta a nuestras preguntas iniciales. Es por estas razones que la filosofía, en su aparente abstracción, incide tan profundamente en la vida. Ahora bien, si todos damos evaluaciones morales quiere decir que todos tenemos nuestra filosofía que lo sepan1os o no, así que podríamos decir "dime que filosofía tienes y te diré quién eres".

Franco Benigni s.x.
1. Aristóteles, Metaph. A, 982b.
2. Cfr. A. Masnovo, La filosofia verso la religione, Vita e Pensiero, Milano, 1960.
3. Cfr. Fedón, cap. 33, trad. Valgimigli.
4. Cfr. San Agustín, Las Confesiones, los primeros 6 capítulos.
5. I. Kant, Crítica de la razón pura, Prefación a la 2" d. B, XXX
6. S. Vanni Rovighi, Istituzioni di filosofía, Editrice La Scuola, Brescia 1982
7. Ibidem.